Lobos en Guadalajara y en Madrid. Desde que supimos esto, mucho antes por cierto de que lo lanzarán los medios recientemente, a los naturalistas del este peninsular se nos levantaron las orejas y dilataron las pupilas como al cánido cuando detecta una presa. La excitación es lógica, los últimos lobos de la provincia de Valencia fueron eliminados en torno a 1920 y el exterminio se extendió por toda la Península hasta colocar a la especie al borde del abismo en la década de los 70’. No creo que sea exagerado afirmar que el salvador del lobo ibérico fue el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente. A él le debe mi generación la posibilidad de seguir viendo lobos salvajes en España y por ende, todos le debemos esta expansión que actualmente disfrutamos y que nos llena de esperanza.

En las zonas con población lobera asentada se les está cazando de una manera que deja muchas lagunas abiertas. Es innegable que el lobo ataca al ganado. Si se atreven con jabalíes, ciervos, incluso bisontes dónde los hay ¿cómo no van a ver como un regalo una vulgar oveja o un ternero? Claro que lo hacen. Pero ¿la solución es eliminarlos del ecosistema?. ¿Llevamos milenios conviviendo y compitiendo con el lobo y aún no hemos llegado a una solución que permita vivir cerca del cánido sin que ello ponga en riesgo el futuro de los últimos ganaderos?.

lobo

El caso es que en sus feudos se les está persiguiendo, luego no es de extrañar que se desplacen. En el este y el sur no hay tanta ganadería como en el norte, ello en principio supondría menos problemas de convivencia con la especie. Además la ausencia de lobos ha disparado las poblaciones de jabalíes que no sólo han desequilibrado el ecosistema sino que ya han llegado a adentrarse en pueblos y ciudades. El sentido común nos dice que para conservar los ecosistemas es capital preservar a los depredadores del mismo por su función reguladora, y el lobo sería el único capaz de regular de manera realmente eficaz la superpoblación de jabalíes que sufrimos. Pero como suele decirse, el sentido común es el menos común de los sentidos y dada la alta concentración de cafres por kilómetro cuadrado que se da a orillas del Mediterráneo, uno no alberga muchas esperanzas de que el trato que reciba el cánido cuando llegue aquí, (porque que nadie dude que llegará), vaya a ser muy distinto al que está recibiendo en el resto del país. Sin embargo resulta muy tentador pensar que mis hijos podrían llegar a ver lobos salvajes en las zonas dónde yo jamás pude verlos. ¿No sería maravilloso que antes de 2020, es decir antes de que se cumpla el centenario de la desaparición del lobo en Valencia, este volviera?.

Ganado vacuno

La herida de la desaparición del lobo puede cicatrizar si ganaderos y cazadores irresponsables y políticos ineptos, no se empeñan en quitar la costra constantemente. Muchos esperamos al lobo, otros muchos lo verán como un problema, pero espero que todos sepamos estar a la altura. Esta no es, como se nos ha vendido una historia de buenos y malos. Los lobos no son los malos, tampoco lo son los ganaderos, ambos intentan sobrevivir. El querer al lobo no nos convierte a los conservacionistas en los buenos, más aún si ser conservacionista está basado en criticar a los ganaderos desde la comodidad de nuestro salón con total ignorancia de la realidad de las zonas loberas. La voluntad es la clave y esta debe basarse en el conocimiento preciso de la especie y del contexto humano donde se distribuye. Sólo así tendremos la oportunidad de conservar al lobo en las áreas donde ya existe y de darle la bienvenida en sus antiguos territorios de los que nunca debió desaparecer.

Autor: Carlos Micó
Fotos: Eduardo Barrachina

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